domingo, 8 de junio de 2014

El veneno y la manzana

El pasado 2 de junio Juan Carlos I anunció su abdicación al trono de España. Según los medios de comunicación, ha sido una decisión meditada con tiempo y consensuada por los miembros de la familia real. Nadie se esperaba esta noticia; los medios de comunicación emitían a tiempo real los hechos y mientras, las redes sociales se inundaban de mensajes, críticas hacia la monarquía y, también, del deseo de proclamar la III República Española. Se convocaron manifestaciones en las plazas importantes de todas las ciudades del país con el objetivo de pedir un referéndum sobre el futuro de una España monárquica o republicana; esa tarde y los días siguientes se vivía un clima de ilusión, incertidumbre, nervios, esperanza y cambio. 



La bandera tricolor volvió a salir por tercera vez en este país a las calles. Pero, como de costumbre, nuestros "representantes" deciden hacerse los sordos y los ciegos. Esto es lo que pasa en nuestro país: los que se supone que nos representan y gobiernan para el pueblo no les interesa lo más mínimo la opinión de la ciudadanía. ¿Qué les pasa a ustedes, "nuestros representantes"? Con cada manifestación y movimiento ciudadano que ignoran están alimentando la sensación de indiferencia hacia la ciudadanía y nuestras ganas de cambio, la de todos los españoles. 

Desde la constitución del actual Estado español en 1936 se han realizado seis referéndums; dos de ellos se efectuaron durante el franquismo y se cuestiona su validez. Dos de los cuatro siguientes se realizaron antes de la entrada en vigor de la actual Constitución y los dos restantes fueron efectuados para decidir si España debía permanecer en la OTAN y para saber si la gente aprobaba el tratado por el que se establecía una Constitución para Europa.


Estos datos muestran la escasa cantidad de referéndums en nuestro país. Desde la aprobación de la actual Constitución (1978) sólo se han realizado dos consultas a los ciudadanos de toda España (para la realización de los Estatutos de Autonomía se han realizado consultas que sólo afectaban las comunidades autónomas determinadas). ¿El "miedo a consultar" a los ciudadanos cabe dentro de un estado democrático? 

Muchos afirman y se apoyan en la creencia de que España no está preparada para un cambio, que la monarquía ha sido muy importante dentro del proceso de transición y que, además, no es el momento, ya que ahora, en un momento de crisis, "hay cosas más importantes". Estoy totalmente de acuerdo con el importante y decisivo papel que jugó la corona española en la transición democrática de nuestro país; sin la figura del rey no habría sido posible la democracia. Pero aquel que un día fue una pieza clave en el progreso de nuestro país llegó al siglo XXI tropezándose consigo mismo y convirtiéndose en noticia por la caza de elefantes en Botswana. 



El argumento de que "España no está preparada para un cambio" hace aguas por todos lados. ¿Cuándo se sabe que un país está preparado para un cambio? En primer lugar, ¿cómo vamos a saber si está nuestro país preparado si no preguntamos? El país lo hacen los ciudadanos, señores. En segundo lugar, la afirmación en cuestión nos recuerda el miedo al cambio; el ser humano es un ser sedentario por naturaleza, la rutina es la opción más cómoda y estable. El cambio asusta, lo entendemos como algo inestable y sentimos incertidumbre y nervios. La historia la escriben los cambios y los avances, así que no debemos tener miedo a seguir evolucionando. 

Otra afirmación en la que se respaldan los monárquicos y los republicanos con miedo al cambio es la de que "ahora no es el momento porque hay cosas más importantes". Considero que no siempre debe de ser el momento para hacer algo y menos si es para cambiar nuestra cómoda realidad. La situación de crisis en la que vivimos no es sólo económica; están cayendo los valores y la ética que forjan los cimientos de nuestra sociedad. ¿Cómo no va a ser el momento de plantearnos el futuro del país y sus ciudadanos? Ni la crisis económica ni la inestabilidad de los mercados debe cerrar la boca a la voz de la ciudadanía. No veo un momento mejor para plantear un cambio en un sistema que parece estar literalmente podrido.


Los representantes y gobernantes españoles han convertido nuestra sociedad en la manzana del cuento de Blancanieves. Los casos de corrupción de los políticos y la casa real, entre otros, son la bacteria más potente en el proceso de putrefacción de la joven democracia española. Nos venden una democracia real, una manzana joven que el gusano de la corrupción, las mentiras y los engaños está pudriendo por dentro. Además, el bocado a esa manzana, la crítica hacia la sociedad, quieren que nos aburra y adormezca e intentan conseguirlo tapándose los ojos y los oídos a lo que ocurre en las calles cada día. 

Parece que nunca es el momento de algo, hasta que ese algo encuentra su momento. El hecho de pensar en el cambio no debe darnos miedo. Nunca es tarde para quitar el veneno a la manzana, el veneno que la está pudriendo.